Día Mundial de la Salud Mental 2022
“Ocurrió poco a poco… realmente, no consigo saber dónde ni cómo empezó o quizá debería decir… dónde terminó porque siempre he pensado que ese momento, marcaría el principio del fin.
Lo que sí puedo decir es que un buen día, me di cuenta de que ya no podía sonreír. Hacía tiempo que ya no podía sonreír. Yo que había sido una niña risueña, de sonrisa fácil, incluso en ocasiones, repelentemente risueña. No recordaba en qué momento los músculos de mi cara había dejado de valorar esa opción, o quizá era un tema más del corazón… no lo sé.
No fui consciente, no lo pude ver, o quizá, no lo quise ver, como tampoco hubo nadie alrededor que lo viera… o eso creí yo.
Se fueron acabando los planes, las ilusiones, la energía vital, las ganas de hacer, de estar, de sentir, de vivir… y me fui quedando sola.
Y ahora que lo pienso, sí hubo personas a mi lado dispuestas a ponerme la mano en el hombro y decirme: “venga, vamos, anímate”… como si de un acto de voluntad se tratara.
No me entendían, ni yo misma me entendía. Todo me iba bien, no tenía problemas importantes… ni yo misma me entendía.
Lo cierto es que me fui alejando, me aislé, hasta esas personas me incomodaban, las evitaba, esas que siempre me habían querido y a las que yo adoraba, me incomodaban, me pedían que hiciera cosas que yo no podía hacer, no estaba en mi mano, lo prometo, no lo estaba…
No me entendían, ni yo misma me entendía.
Y así fue… poco a poco… la gente a mi alrededor se fue cansando de mí: “no pones de tu parte”, “siempre triste… deja de llorar!”… como si fuera un acto de voluntad, y yo cada día me sentía más triste, más incomprendida, más fracasada… más sola.
Esa mañana me desperté y sentí que no tenía energía ni para levantarme de la cama, había llegado el día en el que pensé que nadie lo notaría, nadie me echaría de menos, al fin y al cabo, ya sólo era una extraña, UNA EXTRAÑA, estarían mejor sin mí, estaba segura, “yo no quiero seguir más en esta fiesta, esto ya no es para mí…”
Sentí que yo misma me había cansado mí y tomé la decisión… SÓLO tenía que apagar la luz, cerré los ojos durante unos minutos… quizá fueron horas, no lo sé, perdí la noción del tiempo pero me sentí mejor. El final de aquel infierno estaba cerca, debía liberarme de aquella carga y voluntariamente, quise apagarla… pero en ese momento, recordé… eso me salvó, hacer un repaso rápido antes de saltar, no sé si le ha pasado a alguien más, pero eso me salvó. Fue como agarrar por última vez una mano amiga que me hizo poner los pies en el suelo por un segundo… y recordé.
Recordé los momentos en los que fui feliz, en los que sonreía, disfrutaba de la vida, recordé el momento en el que nació mi primer hijo, aquel viaje con mis amigas, la primera palabra de mi hijo, aquel atardecer con mi primer amor, las risas de madrugada con mis hermanas mientras todos dormían, el día que … y tímidamente volví a sonreír, y aunque sentí que la vida tenía el mismo color gris, por última vez decidí, sentí vértigo, pensé que yo sola no había podido pero que quizá se pedía ayuda… que tenía que volver a ser la persona que era, tenía que intentarlo, recordé a mi amiga Ana, repitiéndome una y otra vez… después de la tormenta, SIEMPRE SALE EL SOL….
No sé qué fue, pero algo pasó, los neuropsicólogos hablan de cambios químicos en mi cerebro pero lo cierto es que fuera lo que fuera, ocurrió y esta es mi segunda oportunidad, no va a ser fácil pero estoy dispuesta a aprovecharla…”
Anónimo
Por todas esas personas que no tuvieron la segunda oportunidad y apagaron la luz sin posibilidad de echar marcha atrás. Hoy día 10 de Octubre, en el Día Mundial de la Salud Mental desde Prevennova Seguridad y Salud queremos insistir en la importancia de cuidarnos, nuestra Salud Física y Mental y la de las personas que nos rodean.
Si detectas algo, toma acción, no dejes pasar el tiempo para ver si se cura solo porque en ocasiones llega el momento en el que es demasiado tarde. Pide ayuda
Te esperamos en el próximo “Rincón de Pensar”, con P… de Prevennova
